PEPA SALAS VILAR


domingo, 5 de agosto de 2012

Obra de gran formato „Das Tal von Elah und die Wüste von Sin“

"Daniel en el foso de los leones"
155 x 200 cm


"Jonás y la ballena"
155 x 200 cm

"El sabor del mar"
150 x 200 cm


"Llueve maná en el desierto de Sin"
155 x 200 cm

"David y Goliat en el valle de Ela"
155 x 200 cm

2 comentarios:

  1. „Das Tal von Elah und die Wüste von Sin“




    "Der Blauwal und der weiße Zweifel“ war der Schlüssel, um die neue Serie zu öffnen, basierend auf den Geschichten des Alten Testaments.
    Auf der Suche nach Antworten auf die Hohlräume in den Nischen der Seele fand ich, dass es auch in den Erinnerungen unserer Vorfahren Gefühle parallel zu den heutigen gibt, die gleichen wie in anderen Kulturen.
    Die Angst ist allem menschlichen Sein gemein. Nur dass es aktuell eine generalisierte Angst darum gibt, mehr Geld zu haben, Erfolg oder Macht; während man sich früher eher darum sorgte, etwas zu essen zu haben.
    Das Volk Israel verließ das Tal Elah und zog in die Wüste von Sin. Dort gab es nichts zu essen, und Gott schickte ihnen Manna in Form von Regen, der ihnen wie Tau jeden Morgen beim Erwachen erschien und im Verdampfen eine Art Brot hinterließ, weiß wie Koriandersamen und von einem Geschmack wie Mehlgebäck.
    Ich schaue in der Wüste dieses konsumistischen Europas zum Himmel, dass Manna herunterfalle, das diese Krise der verlorenen Werte sättigt. Nahrung zum Füllen der Hohlräume der Seele.

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  2. Y ahora en español:

    "El valle de Ela y el desierto de Sin"

    “La ballena y la duda”, fue la llave que abrió esta nueva serie, basada en las historias del Antiguo Testamento.

    Buscando respuestas a vacíos en los bolsillos del alma, encontré que en las memorias de nuestros antepasados también existían emociones paralelas a las actuales, las mismas que existen en otras culturas.

    El miedo es común a todo el ser humano. Sólo que en la actualidad existe un miedo generalizado por tener más dinero, éxito o poder, y en el pasado, más bien lo que preocupaba, era el tener algo para comer.

    El pueblo de Israel partió de Elín y llegó al desierto de Sin. Allí no había comida, y Dios daba el maná en forma de lluvia, que aparecía cada mañana al despertarse como un rocío en el suelo, que al evaporarse quedaba una especie de pan, como semilla de cilantro, blanco y su sabor era como de galleta con miel.

    Yo, en el desierto de esta Europa consumista, miro al cielo esperando que caiga el maná que sacie esta crisis de valores perdidos. Un alimento con el que satisfacer los vacíos del alma.
    Pepa Salas Vilar

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